miércoles, 8 de agosto de 2012

Criando al bebé vegetariano


Mi compañero, Robin y yo nunca discutimos si criaríamos a nuestro hijo como vegetariano. Hemos sido vegetarianos durante casi toda nuestra vida adulta, por lo que dábamos por hecho que cualquiera que compartiera nuestro hogar haría lo mismo... 

Mi compañero, Robin y yo nunca discutimos si criaríamos a nuestro hijo como vegetariano. Hemos sido vegetarianos durante casi toda nuestra vida adulta, por lo que dábamos por hecho que cualquiera que compartiera nuestro hogar haría lo mismo, exceptuando los gatos. Sí discutimos el grado de vegetarianismo respecto a los lácteos y huevos: en nuestra casa evitamos estos productos, pero reconocemos reaciamente los rastros de su presencia cuando comemos fuera.
Pero realmente al asumir la responsabilidad de un joven humanoide resurgen retos y preguntas no previstos anteriormente. En los viejos tiempos, conocidos como "La vida antes del Bebé", confieso que tenía nociones idílicas de bebés angelicales comiendo gustosamente calabaza colada y queso de tofu, royendo felizmente granola de sésamo, babeando por la leche de soja y malteadas de algarroba.
Nuestro bebé de fantasía epitome de salud - nunca víctima de cólicos o infecciones de oído que son asociados con la leche de vaca, sin preocupaciones de Muerte de Cuna, ni más tarde, de cánceres y enfermedades cardíacas asociadas con las dietas cargadas de productos animales.
"La vida después del bebé" es un poco diferente. Micah, mi pequeño, es un hermoso, encantador brillante bebé pero el adjetivo angelical sería un nombre poco apto. Se come la calabaza con el mismo entusiasmo que comería los desperdicios de gato; la granola es incrustada en la alfombra o alimentada a Dali, nuestro perro. Sin embargo, la leche de soja sí le gusta.
Aunque Micah siempre ha sido ridículamente saludable (no tuvo su primero de dos resfriados -sus únicas dolencias- hasta que tenía casi 15 meses de edad), es flaco. Definitivamente no es rechonchito ni cachetón como a la gente le gusta.
Alimentar a Micah no ha sido tan fácil. Micah es muy quisquilloso para comer; hay días que el niño no come nada más que mantequilla de cacahuete con pan tostado y leche de soja. Tal como su mamá, prefiere picar, que sentarse a comer una comida completa. Yo sobrevivo comiendo cada par de horas: un pedazo de fruta, sopa o chocolate (chocolate es uno de los cuatro grupos alimenticios ¿no?). Pero Micah no come lo suficiente en sus cinco o seis comidas más que para ir rellenando muy gradualmente su constitución flacucha.
Los dos, su papá y yo somos delgados. A pesar de mi apetito saludable, por lo general no engordo. Aún durante mi embarazo, apenas aumenté 20 libras. Traje a Micah a casa del hospital y nuestros vecinos preguntaban si lo habíamos adoptado – no habían notado que estaba embarazada.
"Estoy muy preocupada por Micah, está por debajo de las gráficas de peso," dijo seriamente nuestra doctora simpatizante de los vegetarianos en la revisión de los seis meses. "Deberían empezar a alimentarlo con yema de huevo y yoghurt. Si no obtiene la suficiente grasa y proteína podría afectar el desarrollo de su sistema nervioso," nos advirtió.
Después de dominar mi náusea al pensar en productos animales en nuestro refrigerador vegano, probamos con huevos de granja y yoghurt de cabra. Micah comió estos productos regularmente -no muy felizmente, debo agregar- durante más de cuatro meses y sin embargo se mantuvo consistentemente en el mismo nivel de aumento de peso.
En desesperación, nuestro doctor nos refirió a un especialista, un buen hombre que nos mandó directo al Hospital para Niños Enfermos para un montón de exámenes. Yo sostuve a Micah mientras drenaban su brazo de mucha más sangre de la que parecía poseer. Una vez que el llanto subsidió, volvió a su paso energético sin interrupción. Aún el examen de cloruro de sudor para chequear la cistitis fibrosa no tuvo ningún impacto en él. Rodeado de ominosos equipos, Micah reía y encantaba a los técnicos, sin parecerse en nada a un niño que se supone debe estar enfermo.
Los exámenes todos salieron negativos en todas la enfermedades imaginadas y positivas en términos de niveles de hierro necesarios y así, tal como Robin y yo sospechábamos.
Claro, los doctores no fueron los únicos. Nos habíamos convencido durante "la vida antes del bebé" que podríamos manejar cualquier crítica del mundo de los consumidores de carne. Pero no estábamos preparados para la tendencia de familia, amigos, y completos extraños de hacernos saber lo que era mejor para nuestro hijo. Mis papás dejaron de molestarme sobre mi dieta cuando dejé mi casa, pero ahora había un pequeño inocente, incapaz de defenderse de los males del tofu revuelto. Estaban preparados para luchar.
"Qué tal un poco de pollo -casi no es nada y es un niño en desarrollo, sabes", mi madre chantajea. "No mamá. Mientras él viva en nuestra casa, queremos que sea vegetariano", le contesté. Y aunque no iba a prevenir comentarios futuros, le solté pacientemente las razones de porqué el vegetarianismo es la dieta óptima para el planeta, nuestra salud, y cómo he obtenido fuerza interior por la coherencia ética de no comer animales.
Y así perseveramos. Cada desarrollo de la vida trae nuevos retos.
Como cualquier padre trabajador confirmará, las guarderías son obscenamente difíciles de encontrar, al menos que tengas bastante dinero. Ahora, tratar de decirle a los encargados de las guarderías, públicas o privadas, que tu hijo no debe comer carne, pollo, pescado, leche, queso, yoghurt o huevos. "¿Qué tal un poco de carne picada mezclada en la salsa de espaguetti?", pregunta una encargada ingenua.
Otra guardería simplemente declaró que no podía darle tal dieta, ni por dos días a la semana que era lo que necesitábamos. Tal vez pensando que iba a ceder y permitir a Micah comer lo mismo que los otros niños, la trabajadora algo enojada me dijo que tendríamos que traer nuestra propia comida - y no habría reducción en las cuotas. Para su desilusión, felizmente accedí, más por desesperación que por determinación. Cuando después hablé para programar el primer día, misteriosamente me dijo que después me hablaba. Nunca lo hizo.
En el centro donde ahora llevamos a Micah, Micah no quiere el queso de soja que le llevo de snack, y quiere un pedazo grasoso de Havari como todos los otros niños. Robin y yo no hacemos un gran rollo por las galletas y pastel contrabandeados por los abuelos de Micah para tratar de engordarlo. Y las cosas empeoran - fiestas de cumpleaños, y pronto el dormir en casa de amigos y ¿qué hay de los campos de verano?
Todo va a salir bien. Hay muchos muy buenos recursos para las familias veggies, desde la Asociación de Grupo de Padres Vegetarianos en Toronto (ver pag. 14 para detalles), hasta varios libros sobre el tema. El libro del Dr. Michael Klaper, "Embarazo, Niños y la Dieta Vegana" fue de mucha ayuda, como el libro de Rose Elliot "El Libro de la Madre y el Bebé".
 Criar a este flaco, feliz y pequeño niño es más maravilloso de lo que nunca esperé. Puede ser una alegría absoluta (aunque a veces es un niño demonio). Inculcar una apreciación del vegetarianismo y un estilo de vida libre de crueldad en Micah es un reto. Pero la recompensa es la esperanza de que crecerá para tener un impacto positivo en sus compañeros, y finalmente sobre el planeta.
Si alguien tiene alguna sugerencia adicional para engordar a un niño vegetariano quisquilloso y flaco, me encantaría oírla (por favor mandarlo a TVA).
Fuentes - La Asociación Vegetariana de Toronto tiene los siguientes libros disponibles para venta o préstamo: "Embarazo, Niños y la Dieta Vegana", por Michael Klaper, MD, "Criando a Tu Familia Naturalmente" y "Bebé Vegetariano y Niños Vegetarianos" por Sharon Yntema. "Volverse Vegatariano" y "Simplemente Vegano" son dos excelentes libros de Vegetariansimo en general que tienen una sección aparte sobre el embarazo y los niños.
TVA también cuenta con varios folletos e información sobre una gran variedad de temas.
También contamos con una lista de nutriólogos y dietistas que apoyan el vegetarianismo, disponible bajo pedido.

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